indulgere Genio

Italo Svevo (1861-1928)

Tras un momento de exaltación suele venir un periodo de brumoso silencio. La escritura, en ese sentido, no deja de ser otro de esos trastornos bipolares. En plena curva descendente uno se deja atrapar por pensamientos oscuros, con cierta ingenuidad, creyéndose eso que Italo Svevo apuntaba en su Zeno; a saber: que la muerte es un instante de placer, como el acto sexual, y que lo primero que uno hace, después de morirse, es fumarse el cigarrito de después y disolverse en ese humo. La sabiduría del entrañable Zeno está ligada a esa hipocondría. Lejos de amonestarse como enfermo imaginario, uno se compromete con ese nosce te ipsum que adopta la apariencia ingenua del arte, un compendio de vida y dolor, como el que encierra el monstruoso canto de una muchacha humilde, y el peso de un conocimiento atroz; el de quien lleva la muerte como el genio, prendida de su indulgencia…

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