Funerales de Estado

La noche, el silencio y el llanto… el tiempo es eso, dice Yasmina Reza, citando las palabras de Dña. Jimena en El Cid. Buscar la noche, buscar el silencio, buscar el llanto supone sumergirse en el tiempo, no pasar a través de él. El Sarkozy de El alba la tarde o la noche no conoce esa desolación; conoce y adora la adversidad, porque lo redime de esa pausa mortal del tiempo, que reproduce la solemnidad de un funeral de Estado. En ese sentido resulta conmovedora la contrariedad a la que el entonces aspirante a Presidente de la República se abandona cuando se ve abocado a la pausa. Sarkozy aborrece la pausa y la soledad como pecados de vanidad (como si ésta fuese el tiempo que uno se concede a sí mismo); a cambio aspira a convertirse en el héroe de una tragedia griega. ¿Y en qué se convierte la propia Reza, la cronista de esta -nunca mejor dicho- carrera electoral?: “Cuando el príncipe llega a ser rey (…)” -escribe la Reza tras el triunfo electoral de Sarkozy- “a los que han visto llorar al príncipe los envían a las minas de sal”, y a continuación se encamina, ella también, hacia las minas de sal de su escritura, hacia las páginas de su cuaderno, donde las palabras, proféticas y solemnes, ofician un funeral de Estado…

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