Anacronismos

Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)

Me quedo con la copla de Said sobre Lampedusa y Kavafis, ejemplos de autores que -en su parecer- escriben sin conciencia de su tiempo, adelantándose a él con un anacronismo preciosista, muy demodé. Muchas historias de ficción científica encuentran en ese anacronismo su mayor virtud y su principal encanto. Siempre es difícil saber cuál es nuestro tiempo. Vivir de espaldas a él supone habitar un tiempo que, como el Reino, no es de este mundo. Si pudiésemos ver a Lampedusa con los ojos -esto es, con los prejuicios- de un contemporáneo lamentaríamos su silencio, esa negatividad que le hace aparecer como un profeta falso, en sentido bíblico, de aquellos que, al limitar sus acciones, no dejan conocer el alcance de sus obras. La transparencia, pues, no siempre define una virtud, máxime si ésta se proyecta en el tiempo, por eso me gusta imaginar la figura del lector de una manera utópica, como un demiurgo reparador, alguien que recibe toda esa tensión, todo el conflicto que genera una obra poderosa y semirreprimida, como la llama Said, y la armoniza con su pasado.

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