Muerte de un pirómano

Ernesto Sabato (1911-2011)
Cuánto ruido hace la muerte en una vida que hace tiempo ya que debería darse por amortizada. Me refiero a Ernesto Sabato, cuya desaparición más que en el luto indaga en el misterio de esa supervivencia casi centenaria. Siguiendo un argumento que el propio Sabato desarrolló en su Informe sobre ciegos, cuanto más se vive más parece romperse esa relación unitaria que hay entre el cuerpo y el alma. Vivir demasiado (a lo largo y a lo ancho) es vivir muchas vidas, y el escritor, además, tiene el agravante de que las multiplica todas. Escribiendo somos tantas personas que somos hasta nuestra propia muerte, por eso no es de extrañar que Sabato entregara la mayor parte de sus obras al fuego. Restringir nuestras vidas es un modo absurdo de engañar a la muerte, por eso purificar nuestra obra mediante el fuego me parece un método convincente de conservar nuestra identidad. Antes de ser el último hombre, un escritor ha de ser el autor de todo lo que destruye.

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